lunes, 17 de noviembre de 2008

Esas dulces ganas de matar a alguien

Tania Scaglione dirige su obra en el Centro Cultural de Abajo, donde el límite entre actores y público se desdibuja para bucear con humor en las faenas cotidianas de la vida urbana

Llegué a la sala de teatro unos minutos más tarde de lo pactado, el ensayo había comenzado. A oscuras y en silencio me acomodé en un rincón. Verónica, una de las actrices, contaba en el escenario una ejecución mientras Tomás parodiaba sus palabras. Los gestos de Tomás y lo histriónico de la situación me provocaron una pequeña carcajada. La mirada de Verónica encontró mi sombra: “¡Te seguís riendo! Te voy a hacer pasar al escenario y voy a repetir todo el texto de la electro ejecución con vos en la sillita”. El resto de la obra me reí en absoluto silencio.
Al terminar, Tania Scaglione, la directora, se acerca, saluda con una sonrisa satisfecha y propone un café en el bar de enfrente. Es una rosarina con una serenidad atípica, quizás sea importada de un largo peregrinar por Suiza. Filóloga y novelista, Scaglione se fue con una beca al país de los bancos y los relojes para estudiar el teatro español del siglo XVI. Interesada por la dramaturgia, se acercó a algunos directores en busca de interlocutores para sus textos. Al final, trabajó como asistente para varios ellos, pero fueron Muriel Imbach y Guillaume Beguin quienes delinearon el rumbo de investigación que ella continúa en Argentina. Para Tania, el paso de la dramaturgia a la dirección fue natural: "Dirigir es como escribir en el espacio", dirá luego. Diez años más tarde, ella decidió volver. Sólo dos semanas después de aterrizar ya había formado Ad Limitum Teatro, el grupo con el que está presentando su primera obra como directora, Te contengo con ternura, todos los viernes de noviembre, a las 21, en el Centro Cultural de Abajo (Entre Ríos 599).



—¿Cómo surgió el grupo?
—El objetivo principal fue encontrar nuevos lenguajes teatrales, sin necesidad de romper con todos los códigos existentes. Para lograrlo, investigamos, intercambiamos información y aplicamos los hallazgos. Casi un año después, el resultado fue Te contengo con ternura.
—¿A qué te referís con “nuevos lenguajes teatrales“?
—Investigamos el límite entre la teatralidad y lo cotidiano. Esto se nota, por ejemplo, en el tipo de actuación despojada. El juego de los actores está entre la persona verdadera y el intérprete. Se asume que los actores son actores y que están en el escenario para hacer una obra. No se trata de teatro dentro del teatro, sino de aceptar que se está mostrando una obra teatral. Aludimos directamente a que hacemos un espectáculo. En este sentido, Te contengo con ternura toma mucho del teatro callejero. Los actores están plenamente conectados y listos a interactuar con las personas del público. Así, encontramos un ritmo básicamente urbano. Con esto me refiero a rápido, constante y decidido. Buscamos arrebatar al espectador de su butaca y arrastrarlo con la puesta que es, a su vez, un desorden aparente donde todo está reglado. Buscamos que las personas del público se rían de ellas mismas y de las barbaridades que uno vive día a día en las ciudades. Es una obra básicamente cómica e intensa.

—¿Con qué se encuentra el espectador en esta propuesta?
—Con tres actores (Verónica Cauzzo, Tomás Ferrer y Virginia Almagro) que cuentan historias sobre la violencia. Al mismo tiempo, la violencia empieza a surgir entre ellos. Son jóvenes corrientes, que se llevan bien entre sí, pero no pierden oportunidad de ridiculizarse y lastimarse. La puesta pasa por momentos de anécdotas cotidianas e intimistas, y otros de exaltación y furia.
Creo que el espectador de esta obra se encuentra con una propuesta estética original que refleja actitudes y pensamientos que nos tocan a todos por el simple hecho de vivir en este país y de caminar por sus calles.



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Crisis + globalización = enfermedad




Gerardo pide un mate y de lejos se escucha: “¡Estoy calentando el agua!”. Es la mujer que le dice que espere, que recién pone al fuego la pava. Y Gerardo se niega a empezar antes de que el mate aparezca entre sus manos. “Me interesa saber cuál tema le puede gustar más a los chicos de Comunicación Social…” piensa en voz alta el señor médico clínico. Le traen el agua en un termo y me comenta: “Me sirvo uno y empezamos”

¿Y de qué vamos a hablar, entonces?

El tema es la repercusión de la globalización en la salud, y cómo éste tema de la crisis está repercutiendo ya en la salud y de qué manera, a través de los medios de comunicación (los hechos reales), pero también a través del clima que crean los medios, y otro es el aspecto de la globalización, el problema financiero, que va a traer enormes disparidades, que va a llevar va la pobreza a miles de personas en el mundo. La crisis es financiera pero tiene repercusión en la vida de las personas, ya que todavía no llega a manifestarse, recién se están viendo los primeros síntomas de la crisis: los primeros despidos, las primeras suspensiones, los primeros exiliados…aunque todavía esto no haya repercutido directamente en la salud, podemos ver que el clima de inseguridad del que antes te hablaba, sumado a la espectacularidad de la noticia (por ejemplo, cuando en las noticias nos muestran el sube y el baja de la bolsa, que es sin duda la esencia de la crisis), son factores importantes para entender cómo se crean falsas expectativas en la gente, y eso sin duda, ya repercute en la salud de las personas, aunque nos parezca muy poco y muy simple lo que vemos. La gente vive angustiada, duerme mal, consulta al médico por esto, se auto-medica o pide medicación recetada. Es por eso que hago hincapié en esto: todavía la crisis no ha afectado directamente a la población, pero aún así lo que se pone en juego sigue siendo la salud de las personas, que se sienten afectadas por las sensaciones que los medios de comunicación les proporcionan minuto a minuto; esto está amplificado, espectacularizado por los medios, y es por eso que el síntoma, la sensación se vuelve algo real, afecta realmente a la persona.




¿Cuáles son las posibles enfermedades que se van a desatar en los próximos años frente a la crisis?

Y…muchas y varias. Primero hablamos de angustia, esto trae ansiedad, la ansiedad y la angustia traen estress o depresión, sumado a otros factores como pueden ser patologías que la persona ya traiga consigo (hipertensión, problemas cardiovasculares, alteración del sistema nervioso, etc) producen crisis cardíacas, accidentes cerebrovasculares, infarto del miocardio, entre algunas posibles. Pero esto no algo nuevo. Ya pasó en la etapa del corralito. En Argentina ya hemos vivido este aumento de los accidentes producidos por la presión de las crisis, financieras o no –aunque el caso argentino, es casi siempre de origen financiero- y por la impotencia que se vive frente a situaciones que el sujeto no puede controlar, ya que escapan progresivamente de sus manos.

¿Cómo entendemos el estress, entonces?

gerardo

¿Por qué hablamos de disparidad social y cómo ésto repercute en la salud?





También ésta disparidad está siendo responsable de la aparición de muchísimas enfermedades, y por otro lado, los medios de comunicación venden una imagen de curas milagrosas, tecnológicas del complejo médico industrial, y sin embargo, la gente se muere más. Cada vez hay más recursos tecnológicos para curar enfermedades, pero así mismo, se desarrolla una brecha entre aquellos que puedan pagar esos avances y aquellos que no. Los que más van a sufrir ésta retracción de consumo van a ser las clases desprotegidas, las más necesitadas no pueden vivirá más que en el día a día. Todo esto va a hacer que las cuestiones que tardan más tiempo en definirse, como son la infraestructura del agua potable, la escreta, el servicio de retiro residual diario, el control medioambiental o control de polución medioambiental, todo esto va a estar postergado porque la urgencia máxima no va a correr para éstos sectores sino para las cuestiones más elementales que son el alimento y la vestimenta, pero no la salud. Justamente al postergarse la salud, dada su condición de ser un recurso pago, la situación de diferencia social se agrava notablemente, y aparece, si es que no lo hizo antes, la enfermedad. No olvidemos que también se lleva a la gente a pensar en la solución mágica de sus enfermedades, como si todas las condiciones humanas se encontraran resueltas, pero no se les entrega el pensamiento, o la cercanía al pensamiento seguro para la solución real de sus enfermedades, por lo que la ignorancia agrava todo éste panorama aún más todavía.



Hay otra cuestión, además, que pasa por el agotamiento que sufren los médicos frente a la gran cantidad de pacientes que traen los mismos síntomas. Por lo general, frente a la masividad, el médico tiende a generalizar la cura y a entregarle a todos los pacientes con el mismo problema, la misma pastilla o el mismo remedio. Se ha descontinuado el estudio riguroso del paciente, dada la mecanización en el sistema operativo médico general. El médico atiene como un robot, y los pacientes se sienten robots también. Justamente se le aplican soluciones “industriales” a cuestiones que son “artesanales”, ya que el trabajo del médico es un trabajo artesanal. Aunque entendamos que ésta no es la culpa de los médicos, sino de todo el sistema médico, no podemos dejar de lado que el médico, en cierta medida, ha perdido su vocación: ya no siente médico del paciente, se siente una herramienta que lo aleja de lo humano y lo convoca a ser un objeto funcional, que no debe equivocarse, y que debe estar dispuesto a atender a cien pacientes por día.
El médico también está enfermo, está tan enfermo como el paciente.

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