miércoles, 5 de noviembre de 2008

Músicos al mando

Rosario rebalsa de música, florece en música, renace con todo su ímpetu en cada acorde local que suena para estremecer las almas.
No se sabe si es el río, la humedad que pone molestos e inquietos a los jovenes, o los aires de cultura y ganas de arte que envuelven a esta ciudad, pero lo cierto es que la música parece ser una de las ramas más desarrolladas.
La formación de bandas en Rosario se transformó hace ya un tiempo en el pan de cada día, pero el tema se complica en el punto crucial para que todas estas ganas de expresarse cumplan su objetivo. Los adolescentes (algunos todavía entran en la categoría de chicos) o jóvenes adquieren instrumentos, forman sus bandas, eligen repertorios minuciosamente, ensayan, invierten dinero en aprendizaje y perfeccionamiento musical y en horas de ensayo, preparan un show, ¿y dónde tocan? ¿Hay lugares para mostrar su música? Y si no pueden tocar, ¿cómo hacen para hacer conocer sus temas? ¿Alguien les facilita la grabación de un disco o la difusión de sus canciones? ¿O deberían invitar a todos a escuchar un ensayo a modo de recital?
Una vez más la estructura cultural de nuestro municipio no acompaña ni facilita las expresiones locales. Y yo agregaría, ni siquiera las conoce.

Nadie dice que la municipalidad no pueda traer a Mercedes Sosa en una fecha patria por 40.000 pesos o más, ni tampoco que no pueda construir un “Puerto de la Música” de cifras estrafalarias, pero primero debería tener “la casa en orden”, valorar lo que es nuestro y lo que ya está construido e intenta mantenerse a puro pulmón, y ofrecer espacios para que todos puedan mostrar su arte; que modestia aparte, en muchos casos es muy bueno y vale la pena ser escuchado y difundido.


De todos modos para no esperar la carroza ni aguardar por utopías también es necesario que los músicos de la ciudad peleen por sus derechos. Tal como lo hacen los taxistas, los docentes, o los jubilados, los músicos parecen ser ahora los obligados a tomar las riendas de la situación y reclamar soluciones.
Más allá de la rama que fueron contratados y luego ignorados por la municipalidad dejando en deuda varios miles de pesos en sueldos, los músicos del rock, del pop, del soul, del blues, del jazz, del folcklore, del punk, del hardcore, esos que se paran en los escenarios de bares céntricos o del barrio Pichincha y tratan de hacerse escuchar, comienzan a unirse para pelear por sus convicciones.

opinión Rocio.mp3 - entrevista

Rocío, tecladista y guitarrista de una banda de jazz local, afirma que el problema comienza cuando el músico se deja “pasar por arriba” a la hora de querer buscar una fecha en un bar o pedir apoyo monetario para grabar un disco, y no defiende el esfuerzo, el gasto y el profesionalismo que implican haber estudiado y preparado un show o un repertorio musical por tanto tiempo y con tanto esfuerzo.

En este marco un grupo de músicos apoyados por el concejal Osvaldo Miatello presentó un proyecto de "Difusión Alternativa" al Concejo Municipal, para la difusión y promoción de bandas locales. Entre los principales artículos de la ordenanza, se contempla la edición de un disco bimensual a través del sello Municipal, “Ediciones Musicales Rosarinas”, con un compilado de temas de diferentes bandas (sin distinción de género), con la única salvedad de que sea un grupo formado hace más de seis meses. El proyecto también contempla la organización de festivales para presentar estos discos en público y facilitar la difusión de los mismos.

Sergio Barrilis, un músico local de alta escuela, impulsa entre otros este proyecto que parece ser el primero de varios que vendrán después, argumentando que “falta interacción entre los músicos y trabajo institucional para conseguir mejores condiciones a la hora de hacer un arreglo con un bar o con un productor”. He aquí un fragmento de su opinión sobre el tema:

opinión Sergio.mp3 - entrevista

Este proyecto fue revisado y corregido entre músicos. Fruto de varias reuniones en bares céntricos de la ciudad en los que amantes de la música citados por Sergio y otros colegas llegaban con caras un poco despistadas y exponían ideas en pro de llegar a un acuerdo y aunar puntos de vista para lograr crecer en conjunto. En el país en el que vivimos parece un tanto fantasioso esto de la unión que se postula aquí como un tornado que mueve montañas, pero no se pierde nada probando, y si hay algo que no les falta a los músicos de Rosario a la hora de encarar estos proyectos es ganas, fuerza y entusiasmo: lo mismo que se necesita para plantarse en un escenario a cantar y tocar temas de propia autoría.
Rosario suena en fotos
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“Cualquiera puede tocar en una banda de rock” dice Chicos Vaca, una banda local con muchos años en escena. En todo caso ese es un tema a discutir en otro momento. Por ahora me parece bueno recordar que la música calma a las fieras, alimenta y a veces hasta educa, y por sobre todo, llena de orgullo y arte propio a nuestra ciudad. Esperaremos entonces que las estrellas de los escenarios rosarinos se arremanguen y pelen por lo que pretenden para sí. “El sueño es lejano y bello”, dicen los Chicos Vaca citando a Atahualpa Yupanqui. ¿Quién no soñó alguna vez con que le permitan ser una verdadera estrella de la música?
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