martes, 23 de septiembre de 2008

“La Literatura se encuentra devaluada”

Entrevista al Doctor Roberto Retamoso:

El Doctor Retamoso piensa lentamente lo que va a decir antes de –en efecto- decirlo. Mide sus palabras entregándole un tenor de importancia, de validez que resulta envidiable para aquel que no conoce tanto como él. Trasmite ese gusto especial por la literatura, que dan ganas de ponerse a leer inmediatamente. Pues, ésta forma que tiene de relevar la información que con mesura va entregando a su interlocutor, no es más que una forma exclusivamente suya de generar una complicidad con aquel con quien entable conversación, haciendo que el otro se sienta ubicadamente de acuerdo con lo que se está afirmando. Y es una gran pasión lo que se nota, pues qué más para alguien que ha a amado los libros como pocos aún quedan: “Ya sea porque no se lee como antes, o porque la orientación comercial que ha tomado la literatura es ocasionalmente desventajosa en comparación con otras épocas de esplendor literario, es que podemos afirmar que nuestra literatura se encuentra devaluada”. Y ésta “devaluación” de la que nos habla es algo que –se nota- le duele en el alma.


El producto literario argentino se piensa para ser exportado, y es por eso mismo que debe anclarse a ciertas condiciones universales. Condiciones que no son de la literatura, sino del mercado.


Ocurre algo paradójico, dice, en cuanto al comercio del libro: por un lado tenemos a una población que ya no lee lo que se leía hace veinte años atrás, o tal vez incluso llegue a leer otras cosas que no sean específicamente libros, pero por otro lado, tenemos editoriales que no dejan de publicar libros, como reediciones y reciclajes de los clásicos, o como libros nuevos de autores desconocidos hasta ahora. En Argentina se deben editar miles de libros por año, hay toda una industria editorial muy fuerte que produce, produce y produce, pero al transformarse en una producción de escala tan amplia no deja de ser una producción comercial, con una finalidad comercial. Cada vez hay menos editoriales independientes porque aquellas ahora son instituciones u organizaciones de grandes grupos económicos concentrados, monopólicos. Antes existían los famosos editores independientes que tenían un criterio limpio sobre los libros y su lugar a ocupar, pero eso no existe más. Esas grandes editoriales que concentran grandes grupos económicos tienen pautas muy claras: publican cosas que ellos mismo saben que se van a vender y que van a tener público. Eso también hace que disminuya la calidad de la literatura. Por otro lado, la literatura argentina, además de ese presente que no es muy promisorio, tiene también una historia, una tradición, que vista en retrospectiva demuestra que sí existen autores extraordinarios y con grandes obras, tanto a lo largo del siglo XIX como del XX.



¿Se puede hablar de una verdadera literatura argentina o somos aquella mezcla, producto de la inmigración o de corrientes de pensamiento europeas?

No hay una literatura argentina en estado puro. Eso no existe. Como tampoco existió en muchos países -salvo en aquellos que tienen una larga tradición literaria a nivel cultural propio- muy fuerte. Por ejemplo en los países europeos, donde sí se diferencian tajadamente las culturas de los países -que si bien han recibido influencias o han sufrido préstamos de otros países- conservan una identidad muy marcada, y donde no existe ese proceso de hibridación característico de la literatura argentina. La nuestra es una literatura que se escribe en español, pero que se piensa en francés. Uno puede verlo, por ejemplo, en los escritores de la llamada generación del 37’. Ese grupo de jóvenes formado por Sarmiento, Alberdi y Echeverría, entre otros, estaban muy influenciados por la cultura francesa en la época, como así también los dirigentes políticos –y que a la vez eran intelectuales - de la época de la Revolución de Mayo, como fue Mariano Moreno. La literatura cambia para el siglo XX. Con la incidencia de la cultura inmigratoria europea, existe otro tipo de amplitud literaria, sobre todo a partir del aporte de autores, ya no de intelectuales pertenecientes de los estratos altos de la sociedad, sino de personas que traían una formación propia y más mundana, incluso una formación fuertemente política como anarquistas y socialistas, que fueron introduciendo otra dimensión ideológica y literaria, como sucedió con la incorporación de autores rusos, algo que en Argentina no se conocía en absoluto hasta el momento. Tomemos el caso de Roberto Arlt, cuya literatura hubiera sido impensada sin el aporte ideológico anarquista y socialista. Fue configurando –gracias también a la influencia de su padre, un inmigrante alemán- todo un marco perceptivo cultural que escapa de la percepción del intelectual argentino que dormitaba en el pensamiento francés.


¿Cuál es el aporte a la cultura en general?

Todo esto se expresó no sólo en la literatura, sino en movimientos artísticos y culturales, como el tango. Este tiene que ver profundamente con una mixtura cultural, y por eso que su origen es dudoso hasta el día de hoy. Incluso con la letra del tango uno advierte una cosa muy curiosa: en sus comienzos el tango no tenía letra, pero poco a poco el tango-canción, cuyo primer intérprete conocido es Carlos Gardel, resulta tener más relieve que el tango limpio, sin letra. En una segunda etapa, por los 40’s, el tango-canción comienza a tener intérpretes famosos, entre ellos Discépolo, Homero Manzi, Castilla, Homero Expósito, todos grandes poetas. Por ejemplo, en Homero Manzi es notable la influencia en sus letras de poetas españoles de la camada del 27’. También reconocemos, en todos los autores, una fuerte afección del “modernismo europeo”, algo que también funcionaría en Rubén Darío y tiempo después en Leopoldo Lugones. Tanto en el tango como en la literatura y en la poesía se explica la utilización de figuras, adornos, u ornamentaciones surrealistas muy marcadas por la corriente española y francesa. Esto es muy importante de destacar, porque vemos aquí que ni el tango, ni la literatura, ni la poesía, están restringidos a un grupo social y muchos menos a un género.


¿Cuales son los límites de la literatura?

Uno piensa verdaderamente que la literatura se encuentra limitada a géneros, a sectores o a un estrato alto de la cultura, representado por la novela, el cuento, la poesía o el ensayo. Pero muy poco se piensa sobre cómo ha llegado todo esto al país, o cómo lo hemos conseguido culturalmente y cómo lo hemos aceptado como parte de nuestra identidad. La poesía tiene distintas raíces, como la novela y el cuento, en su mayoría corrientes extranjeras, pero la copla, por ejemplo, son rimas cortas, improvisadas, que se transmitieron oralmente y que vienen de sectores populares, de personas que han aprendido el oficio por una cultura común y un lenguaje compartido; seguramente su origen geográfico podamos ubicarlo en el norte del país, en áreas muy alejadas de lo urbano. Esto demuestra que personas sin alfabetización y sin estudios de ningún tipo han producido un tipo de poesía en un estado muy puro. Es una vertiente poética popular sin ningún tipo de influencia literaria específica. Y en esto cabe destacar una pregunta: ¿Por qué no hemos estudiado o no hemos considerado a la copla -o a tantos géneros populares hoy desconocidos-, como un género más de la literatura argentina? Como vemos, los límites de la literatura son borrosos y poco claros.


¿Hay algún autor argentino que haya sido el representante de un “quiebre literario”?

Muchos escritores argentinos han representado rompimientos en la literatura, tal vez no hayan iniciado una nueva corriente -ya que no siempre ocurre eso-, pero sí han podido plantear una postura absolutamente nueva, con una poética personal. Es el caso de Borges, primeramente, pero lo mismo puede decirse de Macedonio Fernández, un escritor y pensador importantísimo, ya que no sólo escribía literatura, sino que también hacía filosofía con lo escribía. Griselda Gambaro, por ejemplo, es un exponente argentino de lo que se consideró “género del absurdo” en el mundo, y esto también explica cómo se fueron introduciendo las corrientes vanguardistas a nuestro país, y cómo poco a poco se han incorporado a las corrientes que ya existían, para luego desprenderse de lo que las rodeaba. Otra corriente muy importante, anterior a la primera guerra mundial, fue el género del grotesco, y aquí encontramos a Armando Discépolo, quien se caracterizó por interpretar éste tipo de teatro ingenioso y totalmente diferente. Todos ellos son personajes fácilmente identificables dentro de la literatura argentina, pero eso no significa que al haber incorporado corrientes extranjeras no hayan podido realizar producciones propias y verdaderamente argentinas. Siempre que hablamos de producción propia nos referimos a que éstas corrientes han sido el molde en el cual se han formado y se han generado obras pertinentes a una identidad y que hablan de la problemática de esa identidad misma.


La literatura argentina es todo eso: por un lado es la influencia de las corrientes más importantes del mundo, la construcción de géneros literarios marcadamente franceses, ingleses, rusos o españoles, y por el otro, es la recuperación de raíces locales, de expresiones telúricas, del recurso gauchesco y del uso de lo popular.

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Hebe y Perséfone

Veintiuno de septiembre, día de la primavera y el estudiante. Un recorrido variopinto por los puntos de encuentro de Rosario invita a reflexionar sobre la juventud.

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El paseo comienza en Dorrego y el Río. La impresión inicial no es diferente a la de cualquier domingo. Familias, novios y grupos de jóvenes toman mate en sus reposeras o en el césped, juegan a la pelota y toman sol. Bajo la sombra de unos árboles, instalados en un banco del parque, veo los primeros adolescentes. Tres chicas se distancian un poco del epicentro grupal para poder tomar sol con la panza al aire. Festejan el día del estudiante.

El recorrido hasta el Parque España presenta más o menos las mismas características de todo domingo soleado, los bares llenos, las clases de baile organizadas por la municipalidad en Roca y el Río y, unos metros más adelante, los skaters en su galpón. Sin embargo, un número creciente de jóvenes y espectáculos callejeros comienzan a delinear los festejos de un día espacial.

Los autodenominados “bui3“ estaban de picnic desde las once de la mañana. Son alumnos del colegio Urquiza, noveno tercera. Interrumpieron su juego de pelota para hablar conmigo sobre ellos mismos. Según Lara (la primera en advertir que yo era periodista) habían comido bizcochos y galletitas, aunque Lucía se había traído ensalada rusa. Lucía tenía puesto una llamativa remera verde y me dijo que Nadia era flogger. Javi dijo que ellos eran los bui- tres, con número. Accedieron contentos a sacarse una foto y siguieron jugando a mis espaldas.

Cada vez hay más jóvenes y me tranquiliza ver algunos chicos tocando la guitarra. De fondo se escuchan los clásicos cantos futboleros con letra de colegios. Esto comienza a ser un veintiuno de septiembre. En las escalinatas del parque España lucen cansados unos chicos del octavo año del Superior de Comercio. Cuentan que no es un día del estudiante como otros, que faltan un montón de chicos. Algunos se fueron con los padre. Al principio estábamos todos, pero después cada uno fue haciendo la suya. Contestan todos juntos y no logro entender bien.

En el Centro de la juventud se prepara la comparsa 7 de Septiembre y la batucada del Distrito Oeste. Fueron convocados por la municipalidad y suponen que van a tocar alrededor de las cuatro de la tarde.

En la puerta del CEC hay un lugar para descansar llamado espacio ceroveinticinco. No me detengo, entro. El gran galpón está dividido en siete espacios dirigidos y poblados por niños. Algunos hacen animación, otros se disfrazan para sacarse una foto, un grupo de adolescentes dibuja tranquilamente en una mesa larga, unas niñas muy coquetas juegan con retazos de telas sobre unos maniquíes, un nene de nueve años pinta el sweter rojo de un chico proyectado en la pared. Silvana, trabaja en la municipalidad y me explica que las actividades que se realizan desde el viernes en el Centro de la juventud, el CEC y el Galpón 11 están todas enmarcadas dentro de un mismo proyecto. Cada espacio trabajó una temática particular: CEC, imagen y palabra; Galpón 11, música y movimiento; Centro de la juventud , comunicación y participación.

El galpón 11 se parece más a aquello que esperaba encontrar el día del estudiante. Jóvenes tirados en el pasto escuchando una banda heavy metal, skaters haciendo piruetas, otra banda con menos público y ritmos más electrónicos toca bajo techo. Punkies, hippies, floggers, darkies, estudiantes, novios, señores, niños, una chica haciendo tela, otros pintando un mural en tela, mates, policías, pochocleros.

Vuelvo pensando, algunos dicen que el origen es griego. Si es así, podemos buscar el significado de la primavera el el mito de Perséfone, o el de la juventud en la diosa Hebe.
Sin embargo, “la juventud“ como categoría social y política surge a mediados del siglo XX. “La juventud no es sólo un grupo etario, sino un espacio que se ha ganado en la propia existencia de la vida“ , dice el Gobernador Hermes Binner en consonancia con una política de gobierno en relación a la misma. En la municipalidad de Rosario “el joven“ parece tener un lugar de participación política y múltiples espacios donde puede desarrollar y acceder a prácticas culturales que delinean diversas identidades juveniles. Sin embargo, no dejo de preguntarme qué significa ser joven hoy en argentina, y qué pasa con aquellos tres jóvenes, que ese mismo día, comían pan de un container de basura. Leer más...