sábado, 1 de noviembre de 2008

El cine realista de Carlos Sorín


“Solo me interesa un cine de perdedores”

Decidí escribir sobre este cineasta, director y publicista argentino porque lo admiro y lo sigo paso a paso. Desde lo más profundo de mí ser, creo que es uno de los mejores directores de nuestro país porque sus producciones apuntan a cuestiones que se relacionan con lo social, con la gente, con lo nuestro.



Una breve reseña de Sorín.

Nace en 1944 en Bs. As, un 21 de Octubre. Estudió cine en la Universidad de La Plata y se inició como asistente de Alberto Fischerman en el cine publicitario. A partir de 1968 hasta 1972 se vinculó al movimiento underground del cine argentino, dirigiendo la iluminación de varios filmes inéditos. Entre 1973 y 1976 trabajó en Colombia y en Ecuador. Su opera prima fue “Película del Rey” la cual lo llenó de premios. Fue probablemente su fracaso con “Eternas sonrisas de New Jersey” (1990), lo que lo hizo alejarse del cine por doce años.

Pero la vida le daría otra oportunidad en el 2001, con “Historias Mínimas”, film exitosísimo, al igual que “El perro” y “Camino a San Diego”.Pero en realidad, la idea de esta crítica, es contar un poco las características tan peculiares de este cineasta que se relacionan directamente con la teoría realista del cine.

En todas sus producciones no trabaja con actores profesionales, sino con “no actores”. Él mismo cuenta que le gusta trabajar con no profesionales del arte, porque éstos le imprimen un algo especial al film, imprimen su alma, son humildes y sencillos. No andan con vueltas. Cada toma se improvisa, se graba de 12 a 15 veces hasta que el director siente que esa escena fluyó, vibró. Por supuesto que para los actores profesionales éste es un hecho engorroso, acostumbrados a las grabaciones más trabajadas, más ensayadas. Esta característica del montaje es propia del realismo cinematográfico, el cual no está planificado, es una característica más.


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Para la elección de los personajes, Sorín cuenta que su estrategia es seguir la intuición, que es un sistema riesgoso, porque puede fallar. “No es fácil hacer un film con gente que no tiene experiencia”, plantea.

Los tres viajes

Hablemos ahora de los tres films, la tríada de “Los viajes”.Así las llamo yo.
“Historias Mínimas, “El perro” y “El Camino a San Diego”.



“Historias Mínimas” fue filmada enteramente en el sur argentino, en los paisajes del paraje Fitz Roy y del Puerto San Julián, característica del cine realista: filmar en espacios naturales. El neorrealismo busca reflejar el mundo que se nos presenta, no construye escenografías. Utiliza sólo lo que la naturaleza provee. Los objetos se relacionan entre sí y con la naturaleza. Justamente esto es lo que hace Carlos Sorín. El sur es el paisaje, la naturaleza en su máxima expresión.
Sin embargo, creo que el objetivo del director, en esta película y en “El Perro”, es mostrar lo hermoso del sur, pero no sólo en sus paisajes, sino también en la calidez de las personas que lo habilitan. Su sencillez y solidaridad con el prójimo.



Historias mínimas, es eso, justamente tres historias que se cruzan al mejor estilo “Amores perros”, pero sin contar historias trascendentales como lo haría el cine clásico. Son tres narraciones de personajes comunes. Uno es el abuelo, Don Justo
(Antonio Di Benedictis) quien a sus casi 90, decide salir en busca de uno de los pocos afectos que le quedan, su perro Malacara. En una familia que lo agobia y lo hace sentir que ya no puede valerse por sí mismo, Antonio emprenderá una aventura de amor y de desafío propio. Por otro lado, encontramos a Roberto (Javier Lombardo, único actor profesional del film). Su historia gira en torno al amor de una mujer con un niño/a llamado “René”. Su viaje será aquel que muestra cómo uno, por amor, puede flexibilizar y saltar cualquier inconveniente. Y finalmente tenemos la narración de María flores (Javiera bravo). Una madre joven, demasiado humilde, que por una promesa televisiva, busca una vivencia diferente. Estas tres historias son hechos de la vida cotidiana de Fitz Roy, hechos sociales, que muestran la realidad que se vive en el sur argentino.



Por otro lado, tenemos “El perro”, una historia donde la esperanza es lo último que se pierde. El perro sigue a rajatabla la propuesta de Historias mínimas. Sorín ubica nuevamente la historia de Juan Villegas y su perro Bombón en la Patagonia. Bombón será más que una companía, será la posibilidad para un desocupado de volver a nacer, de renacer, es una nueva historia, mínima, pero llena de esfuerzo, de compañerismo. Los paisajes son casi idénticos, desolados, viajes eternos, en silencio, pero donde las miradas compartidas lo dicen todo.
En una entrevista Sorín plantea su atracción por los perdedores, y nos cuenta que el desocupado es el peor de todos.
“Porque aparte del tema de la incomprensible urgencia económica y de supervivencia, hay un conflicto mucho más de fondo. Es como sentirse descartado del mundo, la esencia misma del perdedor”.



Nos queda “Camino a San Diego”. Una historia de una peregrinación, como nos cuenta su director.


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Esta vez Sorín se dirige al noreste argentino, a la selva misionera. Nunca deja de filmar en confines argentinos, en zonas pobladas por gente sencilla, humilde, tan diferente a la de la urbe. Esta es la historia de Tati Benítez, joven que ha perdido su trabajo, (otra vez el tema de los desocupados). Sin embargo, se dedica a ayudar a Silva, un viejo escultor, para quien busca troncos, ramas y raíces. A cambio, recibe un pequeño porcentaje de las ventas provenientes de los pocos turistas que visitan la zona. En un momento, tati encuentra una raíz de timbó y en su obsesión por su ídolo, Diego Maradona, cree verlo reflejado en ella. Es en 2004, cuando Diego entra en una de sus tantas internaciones y cuando Tati comienza su peregrinación.


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Espero que este director los haya movilizado y sigan investigando sobre él.


Sorin
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En este enlace pueden ver otra crítica de un film argentino, un largo llamado “ Querido Doctor”, realizado por egresados de la carrera de Comunicación Social de la U.N.R.

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